XXIII
De hojalata pasó la primavera
y en ovillo el verano de ternura harapienta, you know;
vapor estacionado tras la pared frontera de los ojos,
sobre la rispidez de las lenguas confusas,
bajo la atroz calvicie de tus cerros a rayas.
Sigue al brinco el otoño,
su arañar, la ceniza entrampada en aires y miradas,
el eternal repliegue de las almas al centro de la esfera,
la tristura,
el abismo, ciudad, sin prez ni canto.
domingo, 12 de abril de 2009
XXIII
Publicado por LA CIUDAD QUE RECORRO DEL POETA FRANCISCO MORALES en 16:31
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